jueves, 25 de junio de 2020

Personaje de la semana: Hellblazers



Capitulo 1: Presagios

Reserva Provincial Santa Ana.



Pisadas precipitándose en la yerba seca, un tropiezo con una raíz que sobresalía lo hace caer de bruces lastimándose la mano derecha en un intento de detener su caída, rueda varios metros colina abajo golpeándose y rasgándose con todo lo que se le atraviesa en su camisa. Su cuerpo le duele al levantarse, algo caliente brota de su frente y se siente levemente mareado; pero, la criatura no se detiene, aquel ser que lo sigue se desliza por la selva con una maestría excepcional, es su hábitat, su reino. 


Un silbido largo y ensordecedor retumba en sus oídos lo reconoce cuando sus amigos fueron atrapados, cuando se encontraron con su muerte en sus manos, lo ve corriendo a su lado. Esta deforme, sus manos y su cabeza son más grandes que la menuda proporción de su cuerpo, su pelo largo le cubre el rostro dejando ver sólo dos ojos blancos como dos falsas farolas en una profunda oscuridad, silba y de un salto su cuerpo cambia, sus rasgos semihumanos se alargan volviéndose garras, se aproxima a él y aunque siente que ya no puede más busca acelerar el paso cuando éste se le interpone. 


Ahora es un fiero puma que ruge frente a él, algo se aproxima detrás, él gira un poco su rostro y se nota sorprendido, la criatura transformada en puma salta e instantes después se escucha su último grito. 



Dos meses después


San Miguel de Tucucuman, Teatro Alberti


Caminando por las calle Pcia de Jujuy, dos muchachos, se aproximan al edificio que se alza en la esquina, se compone por ser seis niveles, es de estilo francés y se engalana por balaustras italianas, fabricadas de cantera, uno de ellos, el mayor señala el edificio y se aproximan ambos a la fila de la taquilla dispuestos a entrar. 


—Olivera, dijo que era en este sitio— indicó uno de ellos acomodándose la chaqueta.


Una chica, algunas personas adelante en la fila lo miró, le sonrió y este lo hizo también. 


— Creí que venir a Argentina eran vacaciones, alejarnos de todo— declaró el otro. 


— Lo es Sammy, una vez que terminemos con esta caza, tal vez aquella chica tenga algo de suerte.— afirmó Dean mirándola coquetamente. 


Sam se percató al instante de que su hermano ya había enfocado a su próximo objetivo y no se trataba de la criatura que la iban a buscar. En los últimos cinco días era lo que se había pasado haciendo, como era su costumbre. 


Dean terminaba de apuntar algo en un papel y se giraba hacia su hermano mientras que lo observaba expectante.

— ¿Terminaste? ¿Por qué es qué estamos aquí? 


— Tres actrices desaparecidas, Olivera dijo que ya tenía un sospechoso. 


— ¿Por qué entonces no vino él a cazarlo?


— Olvera cuando conoció a papá ya se encontraba cerca de su retiro, ahora es un anciano que apenas se puede mantener de pie, puede rastrear, pero nos deja el trabajo duro. 


Sam afirmó con su cabeza y se giró para la taquilla, para obtener boletos. 


— Hagamos entonces que nadie más desaparezca, entonces — sentenció el menor de los Winchester. 


Atravesaron el portal hasta uno de los balcones, el segundo de ellos y tomaron asiento. 


El lugar se componía de un semicírculo con cinco niveles de balcones y de doce filas de veinte asientos aproximadamente. Como expertos cazadores empezaron a observar a sus alrededores buscando identificar: su objetivo, sus posibles víctimas, su ruta de escape y donde podrían interceptarlo. 


— Generalmente operamos en lugares menos concurridos, tenemos que tener mucho cuidado— dijo Dean mirando hacia los asientos de abajo— ¿Cómo es que sabremos quien es?.


— Olivera, dijo que es un Lobinson lo que buscamos, tiene algunas notas como las del diario de papa; son criaturas ferales, sensibles a los estímulos fuertes, los días que ocurre su transformación.


El telón se levantaba y una filarmónica esperaba tras él: violines, chelos, guitarras, clarinetes, el maestro de la orquesta alzaba sus brazos y tenuemente comenzaban una melodía. 


— Entonces buscamos a alguien nervioso, desearía haber tenido acceso a más información; cámaras, testimonios, algún indicio más, me pone nervioso ir a ciegas— señaló Dean.


Una mujer lo miró molesta unos asientos más allá, le indicó con una seña que guardara silencio. 


— Dean ¡allí!— señaló Sam levantándose de su asiento.


Un hombre de traje en la segunda fila se movía constantemente, se cubría los oídos balanceándose mientras que intentaba desesperadamente contener algo dentro de sí. Repentinamente se ponía de pie dando ciertos movimientos erráticos, un par de ocasiones se volcaba sobre una de las personas del público y estas lo empujaban de regreso, en la última de estas ocasiones, se abalanzó sobre una mujer que asustada gritó retrocediendo, fue entonces cuando la música se detuvo del todo, el acompañante de la mujer furioso tomó al pobre infeliz de la camisa y le propinó un puñetazo que lo arrojó fuera de la fila. 


— ¿Qué es lo que te pasa imbecil? ¿acaso estás loco?— exclamó furioso.


El otro quedó en cuatro patas, agitado como si apenas pudiera respirar, el teatro entero había quedado en silencio ante tan brutal escena por lo que el siguiente sonido se escuchó a los cuatro vientos, un rugido, uno como de un perro embravecido gruñendo. Luego alzó su rostro, sus rasgos humanos habían desaparecido, poco a poco le crecía un hocico lleno de afilados dientes poblándose de pelo oscuro y grueso, su ropa quedaba en trizas pues los tejidos no resistía más su nueva silueta más musculosa y al menos de dos tallas mayor.


El hombre que lo había atacado quedó petrificado del susto y no pudo hacer nada mientras que este se lanzaba hacia él. Sam y Dean al mismo tiempo se lanzaban desde el segundo piso, él último de ellos lanzando un largo grito para disgusto de la mujer que lo había callado, dando una voltereta en el piso y levantándose al instante.


— Sam trata de evacuar a la gente, yo lo mantendré ocupado— ordenó Dean sacando de su tobillo una calibre 22 mm. 


— ¡De acuerdo! ¡Todos por allá hacia la salida!— declaró Sam empujando a los que podía. — volveré para ayudarte hermano. 


— Lo tengo cubierto ¡Ey Canito!— prorrumpió detonando su arma. 


La bala le impactó en el brazo y esté emitió un chillido, de su extremidad salía humo como si le estuviera quemando, pero no se movió, lanzó un zarpazo contra el hombre que atacaba, este como pudo se cubrió el rostro con los brazos. 


— ¿No me oíste? te dije que lo soltaras— señaló Dean— Déjalo, no me hagas usar un collar de castigo.


El cazador para ese momento ya se encontraba frente a él, justo en la fila donde todo había comenzado, apuntaba su arma y el Lobizón se había quedado quieto.


—Podemos acabar con esto rápido…


Dean se disponía a disparar, un tiro a esa distancia y lo acabaría, pero había alguien más allí, una mujer, la misma que había sido defendida en altercado previo. Tenía el pelo largo, lacio y de color oscuro, vestía un falda y una blusa de tirantes; estaba aterrada.  


La criatura miró sobre su hombro y luego hacia el frente. Winchester entonces comprendió,que el hombre no era su objetivo. Detonó dos veces el disparador, pero era tarde.


El Lobizón con una velocidad impresionante tomó a la chica y luego saltó con ella entre sus garras hacia uno de los balcones, Dean se maldijo a sí mismo y corrió hacia las escaleras para intentar alcanzarlos.


Los persiguió hacia al techo de del lugar, ascendió por el lado derecho hacia el único pasillo del azotea cargando sus últimas municiones de casquillos hechos de cuarzo, para enfrentarlo. Entonces escuchó un sollozo, del otro lado del techo cónico como cúpula, antes de subir, escuchó algunos pasos tras él y se encontró al hombre que había atacado la bestia que aunque estaba malherido había ido a proteger a la chica.

— Sé que ella es importante para ti, te prometo que estará bien, pero tienes que irte— le dijo Dean.


Éste negó con la cabeza.


— No voy a dejarla aquí, seas quien seas o lo que pienses hacer iré contigo. 

    

Winchester frunció el ceño y suspiró, subió al techo y le tendió la mano para luego ayudarlo a subir a él 


— Mantente detrás de mí, te cubriré e iras por ella, serás su caballero en armadura. 


La chica se encontraba asustada, encogida en su propio cuerpo, pegada en la pared. El lobisón los esperaba de frente, gruñendo. 


Dean presionó el arma en sus manos y presionó los dientes, en cuanto el monstruo se moviera, el saltaría sobre él, sirviendo de escudo para que los dos civiles escaparan.


— ¡Ahora!— le exclamó 


El muchacho salió corriendo hacia la chica, Dean saltó hacia la criatura, sintió sus garras encajandose en la espalda, pero con esfuerzo lo derrumbó, Por la inclinación del techo ambos rodaron forcejeando. El cazador logró golpearlo dos veces con la cacha del arma, pero de igual manera recibió un zarpazo que lo dejó aturdido, pero al mismo tiempo lo alejó de él. 


Era el momento perfecto para dispararle. 


— ¡Dean no!— exclamó la voz de Sam no muy lejos de allí. 


Dean giró entonces la vista,  un hombre de gabardina se aproximó a ellos, desenfundó de esta una escopeta y descargó tres tiros contra el muchacho que estaba por alcanzar la mano de la chica. 



 







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