martes, 18 de febrero de 2020

Ant-thony



Scott había salido temprano aquel día, Hope había ido a buscarlo con su padre para pedirle ayuda para un experimento y lo había visto escabullirse junto con su amigo y la Van hacia donde solían estar años atrás el edificio de industrias Pym.



Luego de algunos minutos de viaje, fue en este sitio, ahora transformado en un parque, que lo habían localizado. Luis y él lucían serios, vestidos de trajes negros.


— Tengo que ir a ver que hace— declaró Hope desesperada mientras desabrochaba su cinturón y se disponía a levantarse.


El doctor Pym la detuvo con su brazo y meneó la cabeza con una sonrisa pasiva.


— Tu novio es un tonto, pero de buen corazón— declaró el anciano.

Acto seguido le extendió una especie de lentillas de una caja, él ya tenía una puesta en el ojo derecho.


— Amplifican en tamaño de las cosas, son una especie de telescopio o binoculares, el pestañeo sirve para ajustar el tamaño.— explicó.


Apenas la chica lo puso en el ojo, ambos amigos redujeron su tamaño. Frente a ellos había algo,


Hope tuvo que pestañear dos cosas para saberlo. Para sorpresa se encontró con una pequeña


lápida que versaba.

“Anthony

Un gran héroe, puede provenir del ser más pequeño”


Hope, giró la vista a su padre.


— Creo que yo solo le llama 1648… no lo recuerdo, le hizo una tumba.— declaró un tanto desconcertado pero con un gesto feliz y encendió la camioneta.— parece que le es muy importante, será mañana, vamos de vuelta con tu madre.



— ¿Sabes? creo que lo hace cada año, ahora que recuerdo, el año pasado salió a hurtadillas— indicó Hope— recuerdo que leí en un libro "Si quieres saber cómo es alguien, mira de qué manera trata a sus inferiores, no a sus iguales"




El doctor Pym afirmó con la cabeza.



— Lo diré de nuevo, ese tonto tiene un gran corazón.

domingo, 16 de febrero de 2020

Ñoquis

Doña Martha emergía del umbral de cocina con un humeante tazón, papá acaba de volver del trabajo y es día 29 del mes.

Rita presiona su boca con fuerza ladeando la cabeza con asco mientras le acercan un plato lleno de pequeñas bolitas de pasta bañadas en salsa de carne con llamadas ñoquis, la niña hace un puchero y saca la lengua pues se encuentra en esa edad en la que parece pertenercele todo pero a la vez disgustarle muchas cosas de un día para otro.

— Nena, ya come, por favor, mira el mes anterior terminaste el plato y pediste uno más y ¿ahora me dices que no te gusta? — le indica la mamá acercando muy "discretamente" la cuchara subida prácticamente en la mesa presionando las mejillas de las niña.

—Martha deja a la niña, si no quiere, pues no quiere— dice su esposo “completamente dedicado” mientras agarraba comida a su boca mirando la hoja de deportes pensando en su mente algunos cuantos insultos al árbitro que había suspendido a jugador más valioso de su equipo.

—¡Nicolas! Presta atención tu hija está botando todo de la mesa…—señala la mujer dando un codazo.

Él se sobresalta cierra el periódico de golpe y se levanta y va hacia la cocina, trae un vaso de agua y se lo acerca a la niña que se detiene a observarlo extrañada.

—Listo ya le traje el agua que quería, a ver si se puede calmar—espeta el hombre y se esconde detrás del periódico comiendo con el mango de cuchara hasta que se cuenta por el tercer bocado que sus dedos ahora tienen salsa. —¡Vamos pero si apenas lo toco! ¡Eres un vendido! ¡Es lo que eres! — le reclama la página de periódico donde hay una foto con dicho jugador aplicando prácticamente su versión el golpe del dragón de Goku en el estómago del contrario.

La mujer lo mira como esas ocasiones en las que le indica que se calme o habra consecuencias, la mirada transpasa el periodico y lo impacta, este lo baja sigilosamente como un soldado que emerge de una trinchera y al instante se percata que están en terreno peligroso.

—¿Qué pasa cariño? —pregunta doblando el ejemplar del Clarín y poniendo sus manos sobre la mesa.

—Tu hija no quiere comer los ñoquis, no pensé en hacer otra cosa pues el mes pasado le decía que le encantaba.

—Nena, mira tú mamá quiere que crezcas bien y linda, tienes que obedecerle ¿si? —se acerca el señor y la niña observa por unos segundos el plato.

—Pero papá, es que huelen raro y creo que ya están fríos— dijo la pequeña excusándose como lo haría cualquier otro pequeño tomando palabras al azar.

—Si te los terminas te traeré galletas, ¿recuerdas esas galletas de chocolate sobre la alacena? —le pregunta la mamá.

La niña señala al señor y él mira a otro lado nervioso.

—Papá las bajo antes de la cena y nos las terminamos los dos.

La mujer vuelve a fulminarlo con la mirada.

—Tenemos helado— le ofrece ahora.

—Se levantó un día por la noche y vació el bote, lo lavó y ahora tiene una col para que sea pesado— dice la niña riendo cubriendo su boca.

—Solo por eso tu, tendrás que convencerla— le sentencia y se levanta llevando su plato la fregadero.

El señor se queda pensando tamborileando sus dedos en la mesa, Rita luego de unos segundos intenta imitarlo, sacando su lengua a su lado para más concentración.

— ¿Sabes pequeña por que comemos ñoquis los días 29 aquí en Argentina? —preguntó murmurando como quien cuenta un plan secreto.

La niña negó interesada.

—Pues es que los días 29 los planetas se alinean de cierta manera única en la que ¡mandan un rayo a la tierra! —explica clavando un tenedor en pan, se aproxima aún más a ella y susurra a su oído— esos rayos se vuelven ñoquis y estos le otorga poderes a ciertas personas…

La niña abre la boca emocionada y mira su plato.

El señor se levanta y va por su mujer para mostrar su hazaña.

Lejos de allí un extraño proceso se llevaba a cabo un ritual entre un montón de fanáticos que jugaban con fuerzas que realmente no sabían controlar, tenían un cristal místico con el que se les había prometido un cambio hacia una mejor vida, activaron el proceso y su promesa fue cumplida, bueno más o menos, está bien, no, no ocurrió, se volvieron: una rana, una cosa negra como pelusa y al último quedó como el señor cara de papa cuando lo armas mal.

Pero la niebla que surge se esparse diseminándose por el mundo por las calles hacia Isidro Casanova justo por la calle de la pequeña que curiosa alza la cabeza aspirando apenas una pizca de esa bruma mística.

Ese fenómeno se llama terragenesis y causa muchos cambios.

—Mira amor, la hice comer…

—¡No puede ser! —exclama la mujer.

—A sí es y le chismeabas a tu mamá la otra ocasión que era un padre desobligado. —se jacta.

—¡Mira tonto! —le toma de las mejillas y le gira la cabeza.

Observa a su hija volando con pequeñas alas de mariposa lanzando con un listón invisible a un osito mientras mastica el último bocado con la cara llena de la salsa.

—¡Si los ñoquis dan poderes! ¡Los comeré por siempre!





Wakanda forever

Wakanda Forever En memoria de Chadwick Boseman. Convoco a este concurso que consistirá en un relató de un solo capitulo sin limite de exte...