lunes, 8 de junio de 2020

Lo más importante

Basado en el cómic Scooby doo Apocalypse:


Shaggy levantó la mano intentando saludar a un chica rubia y un chico de gafas que subían la escalera que él bajaba, estos lo observaron por un segundo y siguieron caminando ignorándolo, su boca formó una línea recta que se ocultó de debajo de su bigote, mientras bajaba la mirada suspirando, esto que acaba de ocurrir, había sido siempre así, desde el jardín de niños donde se la pasaba persiguiendo ardillas porque nadie quería almorzar con él, desde la secundaría en la que su noche de graduación mientras todos se encontraban en aquel baile, el aceptaba el reto de las alitas en el restaurante del centro, su familia misma lo catalogaban únicamente como un chico raro.


Al entrar a la universidad, luego de encontrar un perro de su vecindario que había estado perdido por días, bañarlo, quitarle las pulgas y entregarlo su hogar, dejó de ser un poco invisible para los ojos de algunos quienes pensaron que al menos sería una buena opción para cuidar a sus perros, una mucho más accesible y económica que una estética canina. Así encontró su lugar, mismo que lo había traído a este sitio dos meses atrás.


Un día al salir de facultad en la que por supuesto estudiaba veterinaria, fue abordado por dos mastodontes vestidos de negro, en una escena digna de una película de la mafia, lo arrastraron a un auto, allí una chica que parecía de su edad pero un tanto más pequeña en tamaño, lo observó a través de sus gafas presentándose como Vilma y proponiéndole trabajar con ella, no estaba seguro de que, pero con aquellos dos caballeros con una apariencia tan persuasiva convenía no llevar un negativa.


El trabajo resultó gratificante, positivo, al menos a un principio, en aquel sitio futurista casi en medio de la nada tenían varias especies de perros, en lo que la doctora aseguró era un experimento no dañino para ellos, luego de percatarse que realmente no era así accedió, si hubiera sido el caso contrario, se hubiera negado rotundamente, incluso les hubiera hecho una visita nocturna con intenciones no tan legales, así le fuera la vida en ello, jamás le había gustado observar que maltrataran a algún animal.


Las cosas fueron cambiando con el tiempo, en algunas ocasiones al mes, cuando los perros fueron adquiriendo más entendimiento a causa de los implantes cibernéticos un hombre con apariencia militar llegaba a "charlar" con ellos, los probaba poniéndolos a atacar a maniquíes que en segundos terminaban haciendo añicos, los ponía en peligro haciéndolos pasar a través del fuego, esquivando obstáculos peligrosos, le aseguraban que era porque pensaban emplearlos asistiendo en búsquedas y rescates, no se creía ninguna palabra, pero sabía que si se iba, lo pasarían peor y que no podía hacer de momento nada, pues ellos eran personas poderosas, si tan solo la doctora Vilma no siempre estuviera ocupada.


Terminó por descender las escaleras y caminó hacia el área donde se encontraban, una silueta oscura se dibujaba en el centro de aquel lugar, era una especie de domo circular de un tamaño de un estadio, la luz que emergía del techo daba la ilusión que era a causa del sol, la realidad es que se encontraban varios kilómetros bajo la superficie, el piso se encontraba plagado de varios obstáculos, algunos todavía se encontraban en llamas, conforme se fue acercando lo distinguió mejor, era justo lo que había temido, comenzó correr esperando llegar a tiempo.


— ¡Scooby!—exclamó dejando que de su voz se le escapara un hilo de voz.


Su cuerpo color marrón se encontraba postrado en algunos escombros, se arregló para quitarlos de encima sin dar crédito a la fuerza que había empleado, erráticamente, pero respiraba. Le abrió los ojos y observó sus pupilas dilatadas, tomó impulso para alzarlo.


— ¡Es suficiente por hoy!— declaró lleno de rabia, mientras observaba hacia arriba, había una cúpula donde científicos observaban todo lo que acontecía a toda hora.


Lo alzó con algo de esfuerzo y avanzó por un pasillo hasta lo que se miraba como un pequeño quirófano, a sus lados, el resto de los perros ladraban incontrolables, uno de ellos, que parecía de la misma raza de Scooby los observaba fijamente. A pesar de haber comenzado con los otros, Scooby presentaba menos mejoras que ellos, en cada sentido, era menos lento para resolver problemas, enfrentar peligros, defenderse, esto último era a un más perjudicial, pues conforme habían más adquirían racionalidad, aquel perro llamado Scrappy guiaba a los otros en contra de él.


— Resiste, yo voy a curarte — le susurró.


El perro pareció acurrucarse por lo que le había dicho.


Alrededor de una hora y media le llevó el suturarlo y estabilizarlo, para los últimos momentos ya se encontraba consciente y lo observaba agradecido. Scooby Doo presentaba algo más que otros, una característica que lo hacía especial para él, tenía dos características únicas en él, mayor empatía y un gran instinto protector. Lo calificaban como un perro cobarde, pero si alguien necesitaba de él, estaba.


Estando seguro que se encontraba bien, lo ayudaba a descender de la plancha y antes de comenzar a caminar le acariciaba su cabeza.


— Ese perro es patético Norville— declaró una voz del otro lado, era aquel militar— se supone es tu trabajo entrenarlos, creo que deberíamos despedirte y a él ponerlo a dormir.— indicó sonriendo como si hubiera dicho el mejor de los chistes.— Tienes que enseñarle lo más importante.


A Shaggy no le hizo gracia, la realidad es que actualmente el resto de los perros eran entrenados por militares la mayoría del tiempo, a él le habían asignado solo a Scooby a modo de degradarlo.


— Tienes una semana más...— concluyó.


— Lo más importante— lo acarició mirándolo decidido— es que jamás olvides, que yo soy tu mejor amigo y nunca dejaré que nada te pase.— le susurró.

— Yo tampoco amigo— murmuró articulando sus primeras palabras que pronunciaba Scooby doo.


Scooby Doo lo miró cabizbajo sonriendo a su modo, Shaggy lo abrazó por los hombros.



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