Por instantes todo fue una imagen difusa, como un cuadro hermoso pero desdibujado ante sus ojos, los árboles, el cielo y aquellos ojos que lo miraban con tanto anhelo. Corrió lanzándose hacia él sin dejar de reir y Floyd Lawton también lo hacía, la fuerza de gravedad terminaba venciéndolo y entre carcajadas ambos rodaban colina a abajo en el parque, se detenían y la niña traviesa comenzaba a hacerle cosquillas, lo miraba tan tiernamente, era como si todo el amor del que Floyd hubiera carecido durante toda su vida hubiera venido de golpe en ese instante, habitando sus pequeñas pupilas.
— Te quiero papá, ¿verdad que siempre estaremos juntos?— preguntó la chiquilla mientras se aferraba a él abrazándolo.
Él de igual manera la abrazaba, besaba su frente y sonreía. Luego de un instante que parecía eterno, la niña se levanta, sus pequeños mechones ondeaban al viento, con su mirada iluminada de ilusión, le otorgaba su mano y éste se aferraba ella como si supiera que debía retenerlo lo más que pudiera y es que justo en ese momento todo comenzó a desvanecerse.
Sus ojos se aclararon de igual forma a volver a ver luego de pasar por la niebla, se encontraba en una habitación a media luz y la cabeza le dolía demasiado, su rostro estaba frío, pues el piso donde estaba tirado lo estaba, su casco no lo tenía, al si sujetaba su mano, pero distaba demasiado de la pequeña mano de su hija de cuatro años, era la mano tosca y ensangrentada que se resistía a ceder a causa del rigor mortis mientras aquellos orbes muertos lo veían sin realmente hacerlo en la otra mano un trozo de tabique con rastros de sangre probablemente de allí venía el golpe, se levantó de golpe, tenía el estómago revuelto y es que volver justo de esta manera a su realidad corrupta y oscura le había causado náuseas.
Las sirenas se escuchaban cerca y con total seguridad el hombre murciélago lo estaría igual, tambaleando se forzó a correr, dejando atrás esa escena de muerte y fracaso, no tenía que recordar detalles para intuir que terminar inconsciente justo a quien se supone que iba a matar era realmente un éxito.
Al andar entre los callejones alerta a cada sombra o silbido en el viento, se percató que era de noche, sintió entonces un golpe en el estómago y una bofetada en el rostro, pero no habían sido propinadas por ningún vigilante, sí no por su misma culpa, aquella que no fue hasta ese momento que le gritó a los oídos que nuevamente era una desilusión.
Alcanzó el último de los escalones con dificultad, subió persistentemente por la escalera de bomberos del edificio aunque se encontrara hasta el décimo piso, se dejó caer en ella y sintió su corazón generalmente insensible retorcerse ante tan deprimente escena, llevaba aún puesto aquel traje de ballet con las zapatillas en sus manos, se notaba que su madre la había maquillado por las sombras en sus ojos y que había llorado hasta dormirse por las manchas deslizándose de estos.
Por más absurdo que le pareciera siendo la clase de ser que era, fingía por ella, habría dado todo un solo día estar allí y ser un padre normal, admirarla en su recital, llevarla con su madre luego a comer a un buen lugar y contarle un cuento hasta que se quedase dormida.
Una sirena sonó cercana y la luz roja y azul le iluminó el rostro.
— ¡Ey tu!— espetó un policía desde abajo.
Un silbido seguido de un breve estallido, un disparo le rozó el oído, antes de que se produjera el segundo saltó hacia la otra escalera dos pisos abajo y de esta, con ayuda de esta se deslizó hasta que se soltó y cayó junto con ella a unos metros del piso, corrió lo más rápido que pudo, pues aunque hubiera traído un arma o su mascara, no le hubiera devolvió el ataque no cerca de donde su hija estaba.
En cuanto estuvo lo suficientemente lejos y las cosas lograron calmarse, envió un mensaje con dos renglones desde un celular desechable, el primer renglón consistía en la información necesaria para acceder a su número de cuenta así se aseguraría que nada les faltara, el segundo versaba una sola palabra: Cuidala.
¿En qué estaba pensando?, ¿él teniendo una vida?
Esto era lo que era y nada lo cambiaría, jamás podría andar con ella en el parque, comprarle un vestido nuevo, salir al cine, llevarla a la escuela, estaría en un peligro constante, podrían atraparlo, podrían matarlo, la alejaría de todo eso, se alejaría de ella, incluso si terminaba odiándolo de igual manera con sus otros pecados siempre lo atormentarían, durante toda su vida se había encargado de excavar su propio agujero al infierno y ciertamente perecería en él con gusto, si al menos pudiera, soñarla.
Seguimos con la iniciativa de soñandounodetussueños que trata de diversas actividades para retar a la creatividad de los escritores, hoy les presento la semana uno, por que puedo viajar en el tiempo, esta esta dirigida a la palabra "desilución" en Gym para escritores y nuevamente como este blog esta enfocado a todos los universos de los comics decidí escribir en esta ocasión sobre un personaje de DC.
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